El uso de armas confeccionadas en hueso de animales fue una solución tecnológica utilizada desde tiempos inmemoriales por cazadores-recolectores en diferentes partes del mundo. Los registros de este tipo de instrumentos en diversos yacimientos arqueológicos de Europa se remontan a más de 15000 años atrás. En América, el empleo de arpones de hueso se relaciona principalmente con grupos costeros del Ártico, Alaska, Canadá y el noroeste de Estados Unidos, cuya subsistencia se basaba en la caza de mamíferos marinos tales como focas o leones marinos.
En Chile, los registros arqueológicos e históricos para este tipo de armas se concentran entre el golfo de Penas y el cabo de Hornos, particularmente en la zona del intrincado archipiélago de Patagonia y Tierra del Fuego, donde habitaron los kawésqar y los yaganes. Para estos grupos de cazadores-recolectores nómades y sus antecesores -que poblaron la región austral de Sudamérica desde hace al menos 7000 años atrás-, la caza de mamíferos marinos fue una actividad vital. A fin de practicarla con éxito, debieron desarrollar tecnologías de navegación adaptadas a las singulares condiciones geográficas y, además, cultivar una rica industria de artefactos óseos, entre los cuales los arpones y las puntas alcanzaron un grado de elaboración sobresaliente.
En la actualidad, la producción de arpones tradicionales ha recobrado vida gracias al trabajo artesanal de Martín González, miembro de la comunidad yagán de Puerto Williams, en isla Navarino. El rescate de dicha producción artesanal se basó en la experimentación y reinvención de técnicas y procedimientos de confección de las piezas, usando como modelos los arpones encontrados en sitios arqueológicos.
La colección
El Museo Antropológico Martin Gusinde, ubicado en Puerto Williams, isla Navarino, conserva 42 arpones y puntas confeccionadas sobre hueso, tanto de origen arqueológico como etnográfico. El conjunto ofrece una muestra representativa de los dos principales tipos de armas óseas conocidas entre los grupos de cazadores marinos del archipiélago fueguino: arpones desprendibles y puntas fijas.
El estudio de esta colección y la comparación de sus características con materiales fueguinos depositados en otros museos han permitido observar, entre otras cosas, un notable aumento de las dimensiones de los arpones en tiempos históricos. Este interesante fenómeno podría interpretarse a la luz de los cambios culturales que supuso el contacto progresivo con el mundo occidental: en este nuevo contexto, los arpones habrían ido perdiendo su función tradicional, para convertirse en elementos de intercambio con los forasteros que ocasionalmente llegaban a la zona.
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